Arthur Schopenhauer: El mundo como voluntad y representación

22 Marzo, 2021
0“El mundo es mi representación” significa que la representación es la certeza inmediata del mundo, por ende, el mundo tiene una cara externa; es decir, la existencia de la materia se relaciona con la percepción mental. En conclusión, el sujeto y el objeto coexisten. El sujeto es la palabra o el grupo de palabras de las que se dice algo. El predicado es la palabra o el grupo de palabras que expresan lo que se dice del sujeto, y el objeto se conoce como objeto a todo lo que puede ser materia de conocimiento o sensibilidad de parte del sujeto, o incluso este mismo. Como tal, el término en análisis en principio hace alusión a todas las cosas que puede ser captado por los sentidos o conocido por la razón.
Schopenhauer afirma que la voluntad puede entenderse igual que el nóumeno, el noúmeno en la filosofía según palabras de Immanuel Kant es un término problemático que se introduce para referir a un objeto no fenoménico, es decir, que no pertenece a una intuición sensible, sino a una intuición intelectual o suprasensible. Schopenhauer, pues, defiende la noción que los organismos obedecen a la voluntad natural y no a su propio intelecto. Noúmeno y fenómeno son conceptos que desempeñan un gran papel en la filosofía de Kant, en la cual, “noúmeno” es la “cosa en sí” y “fenómeno” su apariencia distinta de ella, en principio.
La idea, según Schopenhauer, como manifestación de la voluntad, es objetiva, se hace sensible, a través de la belleza; es decir, la voluntad, nuestros deseos y la habilidad de elegir entre ellos, puede ser percibida en la obra de arte o en la naturaleza por la sensibilidad humana. No cabe duda que lo primordial es tener en consideración la voluntad objetiva que hace de nosotros algo sensible, y según Schopenhauer a diferencia de Kant es la belleza, los deseos y el poder de elección. Schopenhauer afirma que la voluntad puede entenderse igual que el nóumeno, la cosa en sí de Kant, y al organismo aparente como la representación o manifestación de esta voluntad, es decir, el fenómeno. Schopenhauer, pues, defiende la noción que los organismos obedecen a la voluntad natural y no a su propio intelecto.
La filosofía estética de Arthur Schopenhauer observa que mientras la conciencia esté sujeta a la voluntad y seamos esclavos de nuestros deseos, sufriendo por la necesidad y la carencia, jamás tendremos reposo ni placer. Pero en el estado que Schopenhauer llama la contemplación pura, el sujeto olvida toda individualidad y se pierde en la belleza, o sea, en el placer, porque para él, belleza significa también placer. El placer debemos entenderlo como ese estado que, antes de él, Epicuro define como la liberación del dolor (como el Nirvana budista, que significa lo mismo y que de alguna manera ya deja entrever la inclinación que más tarde tomará Schopenhauer hacia el budismo, Schopenhauer no hay mención alguna a la cultura mental o a la gracia, dos aspectos fundamentales del budismo. El filósofo creía que el mundo como sueño de la voluntad era una pesadilla e identificaba a la existencia misma con el sufrimiento. Al ser humano más le valdría no haber nacido. O como muchos dirían “hubiese preferido haber muerto de recién nacido.
Antes del siglo XX algunos pensadores europeos como Schopenhauer e inclusive Friedrich Nietzsche se habían comprometido con el pensamiento budista. Del mismo modo, en las naciones asiáticas con poblaciones budistas, también hubo intentos de llevar las ideas del pensamiento occidental a la filosofía budista, como se puede ver en el surgimiento del modernismo budista. El modernismo budista son movimientos nuevos basados en reinterpretaciones de la era moderna del budismo, se afirma que el modernismo en el budismo es similar a los que se encuentran en otras religiones. Las fuentes de las influencias han sido, de diversas maneras, un compromiso de las comunidades y los maestros budistas con las nuevas culturas y metodologías, tales como “el monoteísmo occidental, el racionalismo y el naturalismo científico y el expresivismo romántico”. La influencia del monoteísmo ha sido la internalización de los dioses budistas para hacerlo aceptable en el Occidente moderno, mientras que el naturalismo y el romanticismo científicos han influido en el énfasis en la vida actual, la defensa empírica, la razón, los beneficios psicológicos y de salud.
Según Schopenhauer, el hombre tiene que aceptar el sufrimiento como esencia de la vida. El método más eficaz para hacerlo es perforar el velo de Mâyâ, es decir, de la ilusión cósmica, según estipula la filosofía del Yoga. Esta última condiciona nuestra inteligencia, sometiéndola al principio de individualización. El objetivo es analizar el significado filosófico originario de maya en las fuentes hindúes y, posteriormente, compararlo con el usado por Schopenhauer la evolución de maya en la etapa prefiloso?fica y considerada sagrada, los Vedas, en la época brahmánica y en una de las escuelas clásicas más importantes de este pensamiento oriental, propias de la escuela vedanta.
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Rafael Torres Bustamante Autor
Abogado chileno
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