Día Mundial de la Diversidad Cultural para el Diálogo y el Desarrollo de cara al desafío de desaprender


Día Mundial de la Diversidad Cultural para el Diálogo y el Desarrollo de cara al desafío de desaprender

20 Mayo, 2021

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Hoy 20 de mayo se celebra el Día Mundial de la Diversidad Cultural para el Diálogo y el Desarrollo, decretado así por La Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO). Una efeméride propicia para destacar con especial interés una palabra clave para contemplar la humanidad: Diversidad.

Del latín diversitas, la diversidad refiere a lo que se manifiesta como diferente, múltiple que suele ser a su vez abundante; nada más característico para significar a los seres humanos, y lógicamente a las sociedades, los pueblos, Estado Nación, etc. Existen tantas culturas, formas de concebir la vida y su desarrollo como orígenes históricos – sociales surgen en la humanidad.

El reconocimiento de la gran diversidad que comprende nuestro maltratado planeta depende de alguna manera de los aportes surgidos desde las disciplinas de estudio que conforman las ciencias sociales. Es en este punto donde nos paramos en la raíz de la cuestión sobre conocimiento que luego da cabida consecuentemente al reconocimiento de tal diversidad, que, en el marco de este día internacional, las Naciones Unidas la trae a colación bajo su lema nadie se quedará atrás.

La construcción del conocimiento es un tema sujeto a un debate de larga data. Desde la antigüedad hasta nuestros días, corrientes filosóficas y de las ciencias en general, han manifestado una serie de argumentos sobre qué es el conocimiento, cuál es su origen, cómo se produce, por mencionar las principales inquietudes en torno a la historia de la teoría del conocimiento y la epistemología.

Aquí yace una cuestión ineludible en la tarea de aproximarse a la realidad, a la verdad. Esto es, ¿cómo pensar para abordar esa realidad que específicamente desde la ciencia social se desea conocer?

Un aporte valioso al respecto, profundamente interesante, resultan ser las consideraciones de Hugo Zemelman sobre el paso necesario del pensar teórico al pensar epistémico en las ciencias sociales latinoamericanas; de las cuales es menester destacar, a los efectos de sumar a la pertinencia del pensamiento crítico en la producción del conocimiento, lo siguiente: 1) Debido a que el ritmo de la realidad es mayor al de la construcción conceptual, existe la necesidad de resignificar como tarea central; cuyo proceso amerita una forma epistémica de resolver problemas, es decir, un pensamiento-postura que permite distanciarse de los constructos previos y resguardarnos de la tendencia a encuadrar la realidad en conceptos teóricamente preexistentes - “colocarse frente a la realidad”. 2) La construcción de problemas cuestiona lo empírico y no se concentra únicamente en lo evidente. 3) Valorar la herencia bibliográfica como construcciones de proposiciones, cuya génesis del pensamiento responde al empleo de categorías a partir de las cuales se problematizó y se respondió a tal problema mediante la teorización. Esta “lógica constructora” una vez develada permite determinar si un pensamiento está vigente más allá de su tiempo de gestación. 4) Adecuarse a los diversos planos de la realidad que se presenta en lo micro y macro social, a las variables temporalidades de los fenómenos, a la correlación de procesos económicos, políticos, sociales, institucionales, entre otros que son parte de una constelación en los procesos socio-históricos.

A la luz de dichos enunciados, y desde la conciencia como sujetos inmersos en un cambio de época, resulta fundamental para la comprensión del presente y el forjamiento del futuro, asumir la emancipación necesaria del pensamiento; transformarlo en crítico para la reflexión y autorreflexión como condición vital en función de madurar los procesos de identidad en el sentido más amplio, como pueblos del mundo que somos.

Pensar latinoamericano, pensar africano, pensar asiático (valga la expresión en los tres anteriores) pasa por pensar desde una óptica propia en cada academia de ciencias sociales de cada rincón del mundo; continuar superando el eurocentrismo en las Relaciones Internacionales, por ejemplo, y apreciar la cultura y por tanto su expresión de desarrollo no visto desde el calco universal de conceptos preestablecidos.

En fin, la primera labor pertinente en función de no dejar atrás a nadie no es otra cosa que desaprender constantemente los métodos y formas aplicadas tradicionalmente como universalistas, para así trascender lo ya observado en busca de, en palabras de Zemelman, “esas potencialidades…que nos van a permitir construir un conocimiento que nos muestre posibilidades distintas de construcción de la sociedad”.

Sin duda, una óptica más justa y esperanzadora para visualizar el logro de los 17 objetivos globales enmarcados en la Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible.


etiquetas: Opinión

Cony Méndez Autor

Compromiso

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