Justo hace una semana, exactamente el miércoles pasado, una nueva noticia impacto el mundo de las relaciones internacionales. Ese día los presidentes de EEUU, Gran Bretaña y Australia anunciaban conjuntamente la firma de un acuerdo estratégico de defensa para la región del Indo - Pacífico entre esos tres países. Asimismo, en el mismo comunicado los tres mandatarios indicaron que el acuerdo incluía un plan de apoyo para que las autoridades australianas pudiesen construir submarinos de propulsión nuclear con ayuda de tecnología estadounidense y británica.

Ante dicho anuncio, inmediatamente se hicieron eco diversos medios de comunicación en el planeta entero, y con la noticia no pocos analistas comenzaron a especular acerca de que tal iniciativa lo que estaba buscando realmente era frenar la creciente influencia de China en la zona a la que alude el acuerdo de defensa. Según los expertos, esta nueva asociación de seguridad trilateral, que va a ser desplegada en toda la extensión de la región indo-pacifica, solo responde a la necesidad de esta coalición, pero sobre todo de EEUU, por contrarrestar la influencia regional de China en el sudeste asiático, especialmente en el disputado Mar de China Meridional.

Ahora bien, como hace una semana todavía la información era muy reciente, y como eran pocos los detalles esenciales del ahora conocido como Acuerdo AUKUS, preferí que pasaran algunos días para poder recabar mayor información técnica sobre los alcances de este instrumento de defensa, así como para observar de mejor manera las implicaciones reales del mismo, no solo para los firmantes del mecanismo, sino para los países de la región a la que alcanza dicho acuerdo.

Siendo así, este artículo de opinión estará segmentado en cuatro partes, y por ende, en cuatro entregas distintas, a razón de una por cada país, región o bloque de países en los que más incida, beneficie o afecte este convenio estratégico de defensa en la región Indo – Pacífico, o sea, a los propios países firmantes, en primer lugar, en segundo plano a China como potencia regional, a los países con costas en el Mar de China, específicamente los estados integrantes de la Asean y con riberas en el Mar de China, y por último a la Unión Europea (ya verán en su oportunidad el por qué incluiré a esta región en mis análisis).

TRÍADA EEUU – GB – AUS.

Con el pasar de los días, ciertos portavoces de la Casa Blanca informaron que AUKUS permitirá a los tres países firmantes el compartir información en áreas que incluyen la inteligencia artificial, la cibernética, los sistemas submarinos y las capacidades de ataque de largo alcance

Sin embargo, siendo este acuerdo uno de alcance defensivo y estratégico, no era de extrañar que, sobre las informaciones acerca de sus implicaciones y alcances, tanto el mandatario estadounidense, Joe Biden, como el primer ministro británico, Boris Johnson, y el primer ministro australiano, Scott Morrison, se centraran más en dirigir su atención, así como en detallar el plan para el desarrollo de submarinos de propulsión nuclear que construirá Australia.

Sin duda alguna esta es una apuesta militarista, un claro e intencional mensaje a García, si nos percatamos de que la parte central y fundamental de lo pactado se enfoca casi que exclusivamente en el mencionado respaldo que Australia recibirá de sus socios para desarrollar los mencionados submarinos de propulsión nuclear. No en balde el mismo día de la firma del AUKUS, funcionarios estadounidenses se esmeraban en explicar que la propulsión nuclear que generaría la marina australiana con la ayuda británico – estadounidense, le permitiría a este país operar de manera más silenciosa, y durante períodos más largos, algo que les proporcionaría “más disuasión en todo el Indo-pacífico”.

Sobre lo anterior, para evitar y/o adelantarse a las críticas que todo acuerdo armamentístico genera per se, el presidente estadounidense destacó que el programa de submarinos nucleares de Australia seria pacífico y aseguró que cuentan con “una tecnología probada y segura” y que los submarinos que Australia preveía obtener no contarán con "armas nucleares", sino que van a estar "convencionalmente armados", enfatizando que solo se desplazarán "potenciados por reactores nucleares".

De igual manera, con la intención de justificar y avalar este acuerdo ante la comunidad internacional, Biden subrayó que AUKUS, así como toda la cooperación y el apoyo que en general junto a Reino Unido le darán a Australia, se respaldará en la necesidad imperativa, y a largo plazo, de garantizar la paz y la seguridad en una región, la Indo-Pacífica, que según él es muy inestable y conflictiva. Así, también quiso dar más soporte a este plan de defensa, al agregar que la nueva alianza –supuestamente- iría a reflejar una tendencia más amplia en la que se incluirán a futuro socios europeos claves que desempeñarán un papel en esa región.

Por otra parte, Johnson, el premier británico, quiso enfocarse más en los beneficios científicos y económicos que para su país se desprenden de este plan trilateral, al resaltar que con la cooperación con Australia el Reino Unido va a reforzar su peso y su sitial de vanguardia en lo que a tecnología militar y submarina se refiere, destacando que esa interrelación también fortalecerá la experiencia nacional británica en dichas áreas.

Aprovecho de la misma manera el titular del número 10 de Downing Street, para evitar hacer algún relacionamiento entre la firma de este acuerdo con la intención de contrarrestar la influencia de China en la región que abarca el acuerdo, al decir que el pacto permitiría a las tres democracias anglosajonas fortalecer sus vínculos y agudizar su enfoque en una parte del mundo cada vez con más tensiones; agregando además que con ese mecanismo “quizás lo más importante (es que), el Reino Unido, Australia y Estados Unidos se unirán aún más".

En ese mismo sentido, Morrison, el primer ministro australiano, como mandatario del país más beneficiado con la creación del AUKUS, justificó su participación en ese mecanismo al indicar que los tres países siempre habían tenido y compartido una visión similar con respecto a la región del Indo – Pacífico, y que, por tal razón, y en momentos en que el mundo se hace más complejo, a través del pacto firmado van a llevar su asociación a un nuevo nivel, “cumpliendo con todas nuestras obligaciones de no proliferación nuclear", aduciendo que con ello se enfrentarán de mejor manera a los nuevos desafíos, respetando siempre los convenios y normas internacionales, “para ayudar a brindar la seguridad y estabilidad que nuestra región necesita”.

¿Una estrategia de defensa con la mirada puesta en China?

Si bien los gobiernos firmantes del acuerdo niegan un intento por frenar a China, el pacto estratégico de defensa es alcanzado en momentos en que la relación de Washington y Beijing se ha deteriorado sensiblemente. Incluso la vicepresidenta Kamala Harris, durante su visita a Hanói el pasado mes de agosto, pidió recientemente a Vietnam unirse a EEUU para desafiar lo que ella denominó como el "acoso" de China.

Aunque ninguno de los tres líderes mencionó al gigante asiático en la presentación del AUKUS, así como altos funcionarios de la Administración de Biden se cuidaron y se aseguraron de decir que la medida no tenía como objetivo contrarrestar a Beijing, lo cierto es que este acuerdo de defensa estratégica y seguridad ya es visto por las autoridades chinas como un acto hostil y de provocación.

Analistas han señalado que la firma de este mecanismo se aceleró luego de que Beijing arremetiera repetidamente contra la Administración del presidente Biden, mientras éste, al principio de su mandato, buscaba reenfocar la política exterior de Estados Unidos en el Pacífico. Los expertos han señalado que Washington y sus aliados están buscando formas de hacer retroceder el creciente poder e influencia de China en la zona, particularmente en lo que se refiere a la acumulación armamentística, la presión sobre Taiwán y en los despliegues de sus embarcaciones militares en el disputado Mar de China Meridional.

Sobre ese particular se han pronunciado antiguos funcionarios, asesores e incluso senadores del gobierno estadounidense, los que palabras más, palabras menos, han reaccionado favorablemente a esta iniciativa que parece haber sido diseñada en la Casa Blanca.

Un ejemplo de lo anterior se refleja en las declaraciones recientes del senador republicano, Ben Sasse, quien consideró que el acuerdo enviaba un contundente mensaje de fuerza al presidente chino, Xi Jinping, dejando claro con sus palabras que siempre aplaudiría todos aquellos pasos que en concreto su gobierno dé para contrarrestar a Beijing, y agregó que AUKUS era uno de ellos".

A esa posición se adhirió un personaje que fungió como Asesor Adjunto de Seguridad Nacional durante la administración de Donald Trump, el Señor Matt Pottinger, quien resaltó que las pocas capacidades de guerra submarina han sido históricamente una de las debilidades más significativas del ejército chino, y fue claro al afirmar que una flota de submarinos de propulsión nuclear permitiría a Australia realizar patrullajes más largos, algo que según él daría a la nueva alianza una presencia más sólida y fuerte en la región.

Una percepción parecida sostiene James Clapper, exdirector de inteligencia nacional de Estados Unidos, quien dijo que, en este acuerdo trilateral, Australia daba un paso audaz para ir revirtiendo la dependencia de su economía con respecto a China, agregando que, si le era beneficioso, a ese país no debía importarle que a los chinos tal convenio le parezca una provocación.

En todo caso, lo cierto es que esta nueva alianza en el Indo-Pacífico, véase por donde se mire, sin duda añadirá más combustible a las tensiones que entre Beijing y Washington ya se están tornando de larga data.