Gaza sigue bajo bombardeo: orden de evacuación controvertida y muerte civil masiva


Gaza sigue bajo bombardeo: orden de evacuación controvertida y muerte civil masiva

12 Septiembre, 2025

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En el estrecho enclave de Gaza, la maquinaria de guerra israelí ha perfeccionado una rutina macabra, las alertas llueven sobre los teléfonos móviles, los edificios se convierten en polvo y las órdenes de evacuación pintan franjas imaginarias en un mapa sobre un territorio sitiado. Cada nueva notificación es una elección imposible, huir hacia un sur que también arde o quedarse y apostar a que la bomba no tiene su dirección escrita. La última ofensiva israelí, lanzada como respuesta a los ataques de Hamas, ha perfeccionado este mecanismo hasta un punto de cruel ironía: se advierte a la gente que huya para luego no tener muy claro a dónde.

Las órdenes de evacuación, emitidas por las Fuerzas de Defensa de Israel (FDI), son un ejercicio de precisión cartográfica y un fracaso humanitario de proporciones épicas. Se instruye a cientos de miles de personas que abandonen sus hogares en el norte de Gaza y se desplacen hacia el sur, a través de corredores específicos y en ventanas de tiempo limitadas. Sin embargo, ese sur, promocionado como una "zona segura", ha sido también blanco de bombardeos intensos. La paradoja es letal, se ordena una evacuación para salvar vidas hacia zonas donde la muerte llega igualmente desde el cielo.

El resultado, predecible y horroroso, es una carnicería civil. Las cifras de muertos, proporcionadas por el Ministerio de Salud de Gaza controlado por Hamas, hablan de miles de palestinos fallecidos, una abrumadora mayoría de ellos mujeres, niños y ancianos. Cada número es una persona que recibió una orden que no podía cumplir, que no tuvo adónde ir o que simplemente fue alcanzada por la espora de acero de un misil destinado a otro blanco. Una operación anunciada como destinada a erradicar a un grupo terrorista está masacrando a la misma población a la que dice querer liberar.

La comunidad internacional observa, una vez más, con una mezcla de horror e impotencia. Las declaraciones de los líderes occidentales son un monumento a la contradicción, condenan la muerte de civiles y luego, en el siguiente párrafo, reafirman el "derecho legítimo de Israel a defenderse". Es un equilibrio retórico que se desmorona ante la imagen de un niño sacado de los escombros. La máquina diplomática gira, pero sus engranajes están tan oxidados que solo producen declaraciones, no acciones.

Israel defiende su estrategia con la fría lógica de quien cree librar una guerra existencial. Afirman que Hamas utiliza a los civiles como escudos humanos, escondiendo armas y centros de mando en hospitales, escuelas y edificios residenciales. Esta acusación, repetida hasta la saciedad, se convierte en el permiso moral para cada bombardeo. La lógica es circular, si Hamas se esconde entre civiles, cualquier muerte civil es, en última instancia, responsabilidad de Hamas. Es un argumento que convierte toda la Franja de Gaza en un blanco legítimo y absuelve de antemano cualquier exceso.

Mientras tanto, en Gaza, la vida se reduce a su expresión más básica y terrible. Hospitales sin electricidad realizan cirugías mayores a la luz de los teléfonos móviles. Las familias duermen hacinadas en escuelas convertidas en refugios, sin agua ni comida suficiente. La orden de evacuación no viene con instrucciones sobre cómo sobrevivir al hambre, la sed o las enfermedades una vez que se ha "llegado a salvo" al sur. La catástrofe humanitaria no es un efecto colateral; es una consecuencia directa y previsible de la estrategia militar.

Al final, el ciclo se perpetúa. Cada bomba que mata a una familia palestina siembra una semilla de rencor que alimenta la próxima generación de militantes. La operación destinada a garantizar la seguridad a largo plazo de Israel, lo único que asegura es su inseguridad perpetua. La ironía final, y la más trágica, es que esta máquina de guerra, tan precisa en su destrucción, es profundamente torpe en su objetivo último. Mientras los escombros se acumulan, la paz no parece más cerca; solo más enterrada en esos mismo escombros, y el mundo calla o no hace nada, la inmoralidad en su máxima expresión.



etiquetas: Geopolítica Defensa

International Report Autor

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