China juega su carta de consumo interno para capear la tormenta económica global


China juega su carta de consumo interno para capear la tormenta económica global

16 Septiembre, 2025

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El gobierno chino ha descubierto una nueva arma para combatir la desaceleración global, la crisis inmobiliaria y la fuga de inversiones. Sí, en un movimiento que mezcla el realismo mágico con el capitalismo de estado, el Gigante Asiático ha decidido que la solución a sus males no es reformar su modelo, sino simplemente ordenar a sus 1.400 millones de habitantes que, por favor, saquen la cartera y gasten "Made in China".

La estrategia, bautizada por los órganos de propaganda como "la circulación dual" un eufemismo que sugiere que la economía global y la doméstica pueden coexistir, ahora que la primera da más sustos que una película de terror, consiste en que los chinos compren todo aquello que el mundo ya no les compra a ellos. Es la versión macroeconómica de "arreglar la tubería de casa porque la del vecino se ha roto".

Las ironías, como suele ocurrir, es que el mismo país que se enriqueció siendo la fábrica del mundo, que inundó Occidente de bienes baratos gracias a unos salarios bajos y una moneda controlada, ahora se ve obligado a mirar hacia dentro. El problema es que se encuentra con una población educada durante décadas en la virtud del ahorro precavido no hay estado del bienestar que valga, traumatizada por el crack inmobiliario donde las viviendas, principal inversión familiar, valen hoy menos que el préstamo que las pagó y recelosa de gastar en algo que no sea comida a prueba de pandemias.

Por no hablar del pequeño detalle de la confianza. Es difícil lanzar una orgía consumista cuando la juventud graduada no encuentra trabajo, las estadísticas oficiales se consideran ficción patriótica y el gobierno, de la noche a la mañana, puede ilegalizar sectores enteros como la educación privada o el gaming por capricho ideológico. ¿Quién se anima a comprar un segundo coche eléctrico si mañana el Partido puede decidir que los coches son un vicio burgués?

Desde las altas esferas del PCC, la solución parece simple. Se lanzan campañas promocionando el "consumo verde" e "inteligente". Se ofrecen cupones descuento en pequeñas cantidades. Se pide patriotismo económico, que es como decir "Salven a los mismos conglomerados que nos tienen en este lío". Es como intentar apagar un incendio forestal con una pistola de agua de juguete.

Mientras, en Occidente, los analistas se rascan la cabeza. ¿Puede una economía dirigida dirigir también los deseos más íntimos de sus consumidores? ¿Puede decretarse la confianza por ukase? China lo va a intentar. Ordenará que la gente viaje, aunque no tenga ganas. Mandará que compren smartphones nuevos, aunque el viejo funcione. Decretará la alegría consumista como un deber patriótico.

El mundo observa, entre incrédulo y nervioso. Porque si esta carta sale mal, el Gigante Asiático se encontrará con una tormenta perfecta: un mundo que le compra menos y una población a la que no le alcanza, o no se atreve, a comprar más. Y entonces, el único consumo que se disparará será el de propaganda para explicar por qué el plan fue un éxito rotundo, a pesar de la evidencia.




etiquetas: Economía

Juan Carlos Briceño Autor

Objetividad

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